lunes, 18 de agosto de 2008

Noche, día.

Ecos de lejanas algazaras se anclan a mis persianas, noche.

Se confunden con mis pensamientos silenciosos, noche.

Me asfixian.

Estridentes rayos de luz me atraviesan, como flechas ardientes hacen crepitar mi alma.

Deseos afásicos y reprimidos brutalmente, gritan, hacen una pestilente algazara.

Día.

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