Tus labios son un campo minado, campo de destrucción y muerte
son mirlos de campo, médula espinal rabiosa y seductora
son pacto con el diablo, sarcástico súcubo cáustico
tus labios son mares de cánceres salados, explosiones malformadas
son conquista de naufragios, células malignas
son brillos, escollos, tropiezos de luz, magma incandescente
tus labios son Dioses ebrios de venganza, falos salpicantes
son danzas delirantes, bacanales de monjas
tus labios son finales de cuentos olvidados, espejos ridículizantes
son golpes en los testículos, coitos interrumpidos
tus labios son laceraciones en el alma, tumores emocionales
miembros amputados, crímenes de guerra, violaciones
quemaduras en la piel, placer infinito placer, buches de thinner
sueños de condenados a muerte, nada que perder, presa fácil
hoyos llenos de pus, masturbaciones colectivas, atardeceres en la cárcel
santos neón, vírgenes desfloradas, el amor del universo
infinita sabiduría, músculos contraídos, moluscos cantantes
campo de destrucción y muerte, tus labios son un campo minado.
viernes, 23 de diciembre de 2011
viernes, 16 de diciembre de 2011
Ese día
Ese día pensé que la forma como entraba la luz por la ventana te favorecía, pero eras tú quien la favorecía, le dabas forma. La gravedad de tu cuerpo la atrajo desde el sol.
Tu cuerpo como una catedral por la mañana, le marcaba un hermoso recorrido, bajaba por tus arcos, recorría tus patios y vibraba con el sonido de tus campanas, tu belleza es como la de ciertas catedrales, que al entrar la luz en la tarde por sus vitrales ilumina el alma. Subía por tus crestas y valles, acariciaba las flores de tu cuerpo que despertaban al alba, tus ojos como gotas de rocío reflejaban la profundidad del mar.
Tal vez ese día, ese instante, ese sentimiento, al viajar a la velocidad de la luz, se alargue infinitamente hasta la eternidad.
Tu cuerpo como una catedral por la mañana, le marcaba un hermoso recorrido, bajaba por tus arcos, recorría tus patios y vibraba con el sonido de tus campanas, tu belleza es como la de ciertas catedrales, que al entrar la luz en la tarde por sus vitrales ilumina el alma. Subía por tus crestas y valles, acariciaba las flores de tu cuerpo que despertaban al alba, tus ojos como gotas de rocío reflejaban la profundidad del mar.
Tal vez ese día, ese instante, ese sentimiento, al viajar a la velocidad de la luz, se alargue infinitamente hasta la eternidad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)