martes, 10 de noviembre de 2009

...Observando la calle con la paciencia de un cadaver,
sentía como la tristeza se mudaba lentamente en mis ojos,
no podría, siquiera, verme al espejo,
con el alma escondida bajo la cama,
no quería saber más de las mujeres,
no de las que ya conocía al menos.

¡aaaaagh!

Por fin llega el Chevrolet oxidado que transporta mi dolor,
la última gran conquistadora de mi alma seca,
se hace acompañar por ese apuesto y fracasado corredor de bolsa,
mi revolver, más inteligente y capaz que ellos dos,
asoma su ojo letal por la ventana,
la distancia entre el auto y la puerta de la casa no es suficiente para ponerlos a salvo.

¡PUM-PUM! ¡BANG-BANG!

¡Adios tristeza, hola botella de licor!...

Los Exquisitos ¡PUM-PUM! ¡BANG-BANG!

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